Vivo en una isla del Caribe latinoamericano, un lugar cargado de ritmos, colores y un legado profundamente arraigado en la cultura negra. Como en el resto del Caribe, esta herencia es también el resultado de una época atroz, donde la brutalidad del esclavismo dejó cicatrices imborrables, pero también historias de resistencia y dignidad que nos siguen inspirando.
A veces, mientras camino por la playa, veo a las mujeres negras ofreciendo masajes o trenzas a los turistas. Me pregunto si quienes se sientan a adornar su cabello con este arte ancestral, conocen el poderoso significado que esconden estas trenzas. Porque las cornrows no son solo un peinado; son mapas, símbolos de libertad, y testigos silenciosos de una lucha que sigue viva en nuestra memoria colectiva.
Un lenguaje de resistencia
En los siglos XVII y XVIII, las cornrows fueron mucho más que una forma de expresión cultural. En el contexto del esclavismo, estas trenzas se convirtieron en herramientas ingeniosas para planear fugas. Sus patrones ocultaban rutas de escape: curvas que marcaban ríos, líneas que trazaban caminos y cruces que señalaban refugios.
Imaginen la escena: Las manos ágiles de una madre entrelazando el cabello de su hijo, no solo para protegerlo del sol o de la suciedad, sino para darle una oportunidad de libertad. Trenza a trenza, un mapa tomaba forma. En un mundo donde hablar de libertad era motivo de castigo, estas mujeres tejían caminos hacia la esperanza directamente en el cuero cabelludo de sus seres queridos, que también usaban para esconder semillas con las que alimentarse mientras huían de los horrores perpetrados por los gringos y europeos.
Compartimos al mismo opresor
Negros y latinos compartimos un enemigo común: los esclavistas. Me rehúso a llamarles «amos» o «slave masters», porque no son más que vulgares criminales, explotadores y opresores que construyeron sus imperios sobre la espalda de nuestros ancestros. Estas figuras, que recorrieron África y América Latina sembrando horror, no merecen más poder del que ya robaron. Incluso el lenguaje que usamos para describirlos debe ser despojado de grandeza.
La esclavitud no solo destruyó vidas; también buscó borrar culturas. Pero no lo logró. La herencia negra es prueba de una fuerza que ni las cadenas pudieron contener. Cada cornrow trenzado es un recordatorio de la creatividad, el ingenio y la resistencia de quienes se negaron a ser silenciados.
Un legado vivo
Hoy, las cornrows son un símbolo de orgullo y belleza, un testimonio de la riqueza cultural africana y afrodescendiente. Cada trenza cuenta una historia que conecta generaciones, desde los campos de esclavitud hasta las playas del Caribe.
Así que la próxima vez que veas a alguien con cornrows, recuerda que estás viendo un legado. No es solo un peinado. Es un monumento vivo a una historia de lucha, dignidad y resistencia.
La opresión no nos define. La libertad, esa sí es nuestra herencia.
Que nunca se nos olvide: no sobrevivimos; vencimos.
«There is war going on for your mind. If you are thinking, you are winning.» – Flobots