Llegué al Caribe Sur de Costa Rica con un par de instrumentos musicales, al poco tiempo, como si las notas en el aire fueran hilos invisibles, me vi envuelto en un mágico encuentro con un colectivo de nómadas, almas errantes provenientes de rincones tan diversos como España, Argentina, y Marruecos. Aquí, en esta tierra que acoge sueños y corazones, hallamos nuestro lugar para dar vida a una música única.
«La Pachanga Sublime», el nombre que con cariño he conferido a nuestro encuentro, lleva consigo la esencia de un pasado musical que merece ser recordado. En cada sílaba, un pedazo de historia se despliega ante nosotros: la pachanga, una amalgama de son montuno y merengue que emergió en Cuba allá por el año 1959. Un género musical que, aunque conocido por muchos, guarda secretos en sus notas danzantes.
Nuestro colectivo honra este concepto festivo y vital de «pachanga» al que añadimos el atributo de «sublime». Y es que, verdaderamente, nuestra música se erige como una sinfonía de lo sublime, una experiencia que trasciende la superficie para tocar las fibras más profundas de nuestros seres. Al igual que el sol que se sumerge en el horizonte, dejando en el cielo tonalidades indescriptibles, nuestros acordes se entrelazan y danzan, creando una paleta de emociones inefables.
No olvidamos rendir tributo a la Orquesta Sublime, quienes grabaron por primera vez la canción «La Pachanga». Ellos fueron los artífices de un legado musical que ha cruzado fronteras y generaciones, definiendo un género y dejando una huella imborrable en la historia de la música latina. En cada nota que tocamos, en cada improvisación, hacemos eco de su legado, recordando su contribución a la riqueza cultural que nos inspira.
Nuestra música es un torbellino sonoro, una combinación explosiva de estilos que se funden en una danza única. Como pintores audaces, tomamos pinceles de flamenco para pintar matices apasionados, añadimos pinceladas de rock que aportan rebeldía, y en el lienzo musical, la salsa se despliega con su ardor característico. El punk, impetuoso y desafiante, se mezcla con la cadencia del ska, y la rumba se entrelaza con el reggae, tejiendo una trama que va más allá de las etiquetas y los géneros.
Así, en las playas caribeñas, «La Pachanga Sublime» cobra vida, y los corazones de los viajeros errantes laten al unísono con la música que brota de nuestras almas. Somos una tribu unida por el arte, por el deseo de explorar y trascender fronteras, tanto geográficas como musicales.
Aquellos que escuchan nuestras melodías se embarcan en un viaje sin fin, una odisea que los lleva a descubrir un mundo donde las notas no conocen límites, donde la música es el lenguaje universal que une a los corazones de todas las almas errantes. Así, en el Caribe Sur, somos una sinfonía viviente, donde cada músico, cada alma, es una nota que contribuye a la eterna composición de la vida.
De izquierda a derecha: Antonio Sabán (percusión y voz), Mila Garcilazo (voz), Mono de Alambre (percusión), Ismael De Rosi (voz y guitarra), Paulo Quirós (percusión y voz), Francisco Guerrero (bajo y voz), Alejandro Cartín (batería), Richy Méndez (trompeta), Cristina Trujillo (saxofón) y Jibriel El Is (guitarra solista).
Grabado en vivo en Playa Cocles, Costa Rica, Abril 2023.