La pandemia de COVID-19 marcó un antes y un después en la vida de todos. El aislamiento social se convirtió en una necesidad para contener la propagación del virus, pero para muchos, como yo, ese confinamiento trajo consigo una sensación de desconexión. El mundo parecía detenerse y las interacciones cotidianas fueron reemplazadas por distanciamiento y silencio. En medio de esa incertidumbre y soledad, recurrí a internet en busca de algo que me conectara con el mundo exterior.
Fue entonces cuando descubrí Reddit, un vasto espacio en línea donde miles de personas de diferentes culturas y países comparten sus pensamientos, experiencias y pasiones. En medio de las miles de publicaciones, me uní a varios foros y, poco a poco, un grupo diverso de amigos de diferentes rincones del planeta comenzó a formarse. Con el tiempo, nuestras conversaciones trascendieron los comentarios y las publicaciones, creando una comunidad íntima de apoyo mutuo. Fue un refugio virtual donde, a pesar de las fronteras físicas, nos sentimos más cerca que nunca.
Una de estas amistades virtuales fue Seyma, una joven muy inteligente y amable que vive en Samsun, una ciudad costera situada en la región norte de Turquía. Samsun es conocida por su belleza natural, su rica herencia histórica y su gastronomía única, que mezcla influencias del Mediterráneo, el Medio Oriente y el Cáucaso. A través de las charlas con Seyma, aprendí sobre su cultura y tradiciones.
Fue en una de estas conversaciones cuando Seyma compartió una receta que ha sido parte de su vida desde siempre: Cacık, una sopa fría de yogurt, pepino y hierbas, típica de la cocina turca. El Cacık es un plato refrescante, especialmente popular en los meses cálidos, y se sirve como aperitivo o acompañante en muchas comidas tradicionales. Esta sopa es un ejemplo perfecto de la simplicidad y la frescura de los ingredientes turcos, con un equilibrio perfecto entre cremosidad, frescura y sabor.
El Cacık lleva pocos ingredientes, pero su combinación es un verdadero placer para el paladar. Yogurt natural y fresco, pepino rallado, ajo, hierbas como menta y eneldo, y un toque de aceite de oliva son los principales protagonistas de este plato. La preparación es sencilla, pero el resultado es una mezcla deliciosa que se sirve bien fría y que no solo reconforta, sino que también transmite la esencia de Turquía, un país con una historia llena de calor humano, hospitalidad y sabores únicos.
Para mí, hacer esta receta no solo fue una forma de probar algo nuevo, sino también una manera simbólica de sentirme más cerca de Seyma y de todos esos amigos virtuales que, aunque distantes físicamente, compartían un mismo sentimiento de conexión durante esos tiempos difíciles.
Esta receta es un recordatorio de cómo la comida puede ser un puente entre culturas, una forma de compartir tradiciones, de abrazar la diversidad y de encontrar consuelo en lo más simple, como un bol de sopa fresca. Y aunque el mundo sigue avanzando, la conexión que forjamos en medio de la pandemia permanece viva, como el Cacık que, en cada bocado, me transporta a un lugar lejano, pero cercano al mismo tiempo.
Para Seyma