50 aniversario

La Navidad que olvidamos

En esta Navidad, marcada por la tragedia del genocidio en Gaza, es imposible olvidar que Belén es, y siempre ha sido, territorio palestino. La tristeza se agudiza al ver la indiferencia global ante el sufrimiento y la destrucción, mientras las instituciones religiosas, que a lo largo de la historia han sido cómplices de violencia y control, continúan con sus celebraciones sin cuestionar la realidad de los que padecen bajo el peso de la opresión.

La situación en Gaza, actualmente devastada por una violencia sin precedentes, sigue empeorando con cada día que pasa. Más de 48,000 palestinos han perdido la vida desde el comienzo de los ataques aéreos israelíes, según cifras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y más de la mitad de las víctimas mortales son civiles, incluidos miles de niños. Los hospitales y centros de salud, en su mayoría superpoblados y ya debilitados por años de bloqueo, han sido atacados y destruidos, dificultando enormemente la atención a los heridos. La cifra de heridos supera los 100,000, y los refugiados que han huido hacia el sur de Gaza se enfrentan a condiciones inhumanas, albergándose en instalaciones de la ONU que también han sido blanco de bombardeos.

Mientras tanto, las potencias que financian y apoyan el conflicto, como Estados Unidos, siguen proporcionando armas y ayuda militar a Israel, mientras la comunidad internacional permanece paralizada. La cifra de muertos sigue creciendo sin que haya señales de un alto al fuego, mientras las grandes instituciones religiosas, más preocupadas por mantener sus rituales y dogmas, ignoran las masacres que se están llevando a cabo en nombre de la religión y el poder.

Como bien señala Tim Minchin en su tema «White Wine in the Sun», el verdadero valor radica en los vínculos humanos genuinos, no en dogmas ni tradiciones vacías. La cruda mención de «el palestino muerto convertido en vendedor de PlayStations y cerveza» resuena con una verdad dolorosa en este momento, cuando la tierra que lo vio nacer se ve arrasada por los bombardeos, mientras el mundo parece celebrar en su nombre.

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