Lo primero que Londres me ofreció fue su clima: una molesta llovizna helada, de esas que parecen diseñadas para robar la paz y cuestionar cualquier entusiasmo por la vida. Había reservado un lugar céntrico, cerca del Puente de Londres, una ubicación ideal para explorar el corazón de la ciudad.
Sin un plan rígido, decidí aventurarme hacia Brick Lane. La ruta, un deleite visual, me sumergió en calles llenas de graffitis y arte callejero que rivalizan con cualquier galería moderna. Cada esquina parecía contar una historia, desde murales gigantescos que exploran la identidad cultural hasta pequeños stencils llenos de ironía política. Londres vibra con este tipo de expresiones, y Brick Lane es su epicentro.
El mercado, un caleidoscopio multicultural, es un lugar donde las culturas se encuentran en forma de comida, ropa vintage y curiosidades que parecen sacadas de un baúl olvidado. Desde curry bangladesí hasta bagels recién horneados, el ambiente es una mezcla caótica y deliciosa, simplemente impresionante.
La noche me llevó al Blues Kitchen, un espacio cálido donde el blues y el soul dominan la atmósfera. La música en vivo estuvo muy buena y el resto de la noche la pasé bailando entre desconocidos.
Herbie Hancock en el Barbican Hall
Pero mi visita tenía un propósito claro: Herbie Hancock, en vivo, en el Barbican Hall. Este legendario músico, pionero del jazz fusion y creador de obras maestras como Head Hunters y Maiden Voyage, es una figura que trasciende géneros y generaciones.
El Barbican Hall, conocido por su acústica impecable, es un lugar que parece construido para elevar cada nota al nivel de arte puro. La emoción al asistir a un concierto de esta magnitud en un espacio así es casi abrumadora. Hancock, en su presentación del 2023, no decepcionó: con una mezcla de temas icónicos y nuevas composiciones, su virtuosismo al piano, su creatividad con los sintetizadores y su dirección impecable de la banda dejaron al público boquiabierto. Fue un viaje musical que confirmó su estatus como uno de los grandes innovadores del jazz.
Un cierre al estilo londinense
Esa noche, Londres me regaló un último capítulo memorable. Un pub crawl improvisado me llevó de bar en bar, terminando en un pequeño rincón donde, entre cervezas y risas, todos cantábamos a coro canciones de The Beatles. En esos momentos, Londres se siente como un viejo amigo que te conoce bien y sabe exactamente cómo hacerte sentir en casa.
Pronto, un vuelo de menos de dos horas me llevaría a París.