Después de una jam session en la casa de Lisandro, conocí a Al Londoner, un saxofonista inglés que me invitó a tocar el bajo con él y su esposa en Sundowners, uno de los bares más populares de West End.
Durante un descanso, un tipo al otro lado de la barra me llamó y me dijo que le gustaba mi forma de tocar. Me ofreció un gig todos los viernes por la noche: $50, un par de tragos y comida. Le respondí que me encantaba la idea, pero no había traído ningún instrumento a la isla. Me dijo que él tenía un bajo disponible y que, mientras estuviera aquí, ese ingreso semanal, y el bajo, estaban asegurados.
Así fue como empecé a tocar en Sundowners los viernes en la noche con Scott Chamberlain, canadiense, uno de los músicos y personajes más conocidos de la isla. Con el tiempo, añadimos a Mårten Hedener, un baterista y percusionista sueco. Y Scott comenzó a llamarnos Shot O’Clock.
La alegría duró poco, pero se disfrutó bastante, y aún conservo el bajo que Scott me prestó, me dijo que queda en buenas manos, y esto ha significado muchísimo para mí. No cualquiera llega a otro país sin instrumento y consigue trabajo e instrumento tan rápido. No sé si se lo he dicho pero le agradezco la confianza y la motivación.