Durante la etapa final del Referendum sobre el TLC la situación estuvo muy tensa a nivel nacional, la población se dividió en dos grupos y nos atacábamos unos a otros, por primera vez vi que al calor de una situación política se rompieran amistades y hasta relaciones familiares. Algunos incluso pensamos que se llegaría a niveles verdademente violentos en las calles.
Cuatro años después comprobamos que todos fuimos engañados y manipulados por las artimañas que sistemáticamente llevaron a cabo los gobiernos de Costa Rica y Estados Unidos para manipular las leyes, las instituciones estatales, hemos leído de sus propios documentos cómo complotaron funcionarios públicos de ambos países, llevando la corrupción a un nuevo nivel en Costa Rica.
Ya no hay quite, no son chismes ni suposiciones, existen pruebas y reportes. Todas y todos los costarricenses fuimos traicionados. Tanto los que sospechaban todo esto, como quienes creyeron en el Movimiento del Sí y sus líderes políticos. Sabemos con nombres y apellidos, quiénes de nuestros dirigentes políticos trabajan en función de los intereses de otros países.
La gravedad de la situación no tiene paralelo en la historia de nuestro país. La corrupción ha llegado a su punto más alto, la traición a su punto más bajo.
Y ahora con la verdad en la mano, ya no importa qué creyó su corazón en aquel momento, importa lo que le dice su corazón ahora. Ya no somos los corazones del sí o el no, somos los corazones de Costa Rica, el lugar donde vivimos, el lugar donde queremos vivir. Y somos millones, millones de corazones traicionados y heridos. La buena noticia es que ya no pueden dividirnos, no debemos permitirlo, porque necesitamos cada latido para recuperar nuestra dignidad y nuestro país.